lunes, 12 de junio de 2023

Pasado, Presente y Futuro

Conocer el pasado para entender el por qué del presente y así poder construir un mejor futuro. 
Desde que comencé a estudiar profundamente la historia del arte español ha habido dos edificios que me han causado una tremenda curiosidad y a la vez un profundo rechazo, precisamente por conocer el pasado que los ha llevado a ser lo que son hoy en día: símbolos. 
El monasterio de San Lorenzo del Escorial y el Valle de Cuelgamuros (anteriormente Valle de los Caídos) son los mayores símbolos de poder que ha proporcionado la historia de España. El primero por ser exponente del renacimiento y por albergar la Capilla Real española, y el segundo por ser la mayor obra de arquitectura religiosa que se construyó durante la Dictadura de Francisco Franco (1939-1975). 

Indudablemente ambos edificios presentan una belleza colosal, equilibrada y con una función clara: mostrar la grandeza de España a través de la divinidad otorgada por Dios. Hasta ahí  todo correcto, ¿pero hasta que punto la grandeza justifica los medios? No es desconocido los medios que se emplearon para construir ambos lugares: 
- En el Escorial se gastaron aproximadamente 6.000.000 de ducados (540 millones de euros aproximadamente) seguramente obtenidos de las posesiones americanas. Miles de personas  que fueron expoliadas por los colonos españoles a base de látigos, miedo, sangre y destrucción del patrimonio indígena bajo una supuesta misión divina de evangelización. Todo ello para conmemorar la victoria en la Batalla de San Quintín y el inicio de la decadencia del antiguo imperio.
- Valle de Cuelgamuros: financiado personalmente por Francisco Franco, costó 1.150.000 pesetas ( unos casi  7.000.000 de euros ) donde es de sobra sabido que fue empleada la mano de obra  de miles de presos políticos de carácter republicano y donde aproximadamente descansan los restos mortales de mas de 30.000 personas.  Todo ello para rendir homenaje a los caídos por parte del bando nacional  y mostrar la gloria de España tras la Guerra Civil. 

¿Qué tipo de seres humanos somos si solo hablamos de belleza y no del dolor que se infringió para construir estos monumentos? 
Me encantaría poder estar orgullosa de esta parte del Patrimonio Nacional, pero no puedo. No puedo justificar el asesinato, el robo, el dolor y el sacrificio cultural y humano que se impuso para la financiación de ambos conjuntos. Interesarme por esto me ha hecho darme cuenta que la belleza no justifica la sangre que se derramó y que una actitud contraría sería romantizar este tipo de comportamientos. 
El absolutismo que reinó en España, primero con los monarcas y después con dictadura de carácter fascista; no puede ser motivo de orgullo, pero si de aprendizaje. Respetar, aprender y reconciliarnos con el pasado no debe ser el motivo para ocultar la verdad sino para entender que actos de tal calibre no deben ser perpetuados ni exaltados.
 No ocultemos verdades a gritos, ni intentemos borrar o reubicar las huellas que dejaron otros en el camino. Creemos un camino de reconciliación y respeto al pasado, de avance social donde podamos ir a cualquier lugar sin ser encasillados pero con la conciencia de lo que sucedió.